¿Debería ser un placer?

Solía disfrutar mis visitas a la peluquería. Las consideraba un momento en donde podía relajarme y buscar inspiración para un buen cambio de look. Con la llegada de las canas, tuve que intensificar mis citas y la situación dejó de parecerme tan placentera.

En los últimos tres meses tuve dos desencantos con peluquerías, los cuales me hicieron detestar la idea de volver a pisar una. Pero estos inconvenientes me ayudaron a descubrir la mejor solución para mi pelo rebelde y mis pretensiones altas.

Todo comenzó con mi visita habitual para retocar el color. Me presenté en una sucursal de Colombo, a la cual asistía mensualmente. El incremento de los clientes y la falta de personal habían deteriorado la atención pero, como el resultado era bueno, seguía yendo.

Sin embargo, la última vez quedé horrorizada con lo que me hicieron. El color chocolate no era el correcto y parecía que mi frente tenía más tintura que mis raíces. No podía creer la corona marrón que me dejaron alrededor de la cabeza y las orejas.

Cuando intentaron limpiarme, comenzaron a irritar mi piel. Adolorida y muy colorada, tuve que caminar a mi casa, en busca de algún remedio casero contra la tintura en la piel. Una semana tardó el marrón en salir completamente de mi frente. ¡Un papelón!

En busca de consuelo, al mes siguiente visité una peluquería fashion del barrio de Palermo. La primera impresión fue excelente. Salí feliz con mi nuevo corte, mi color impecable y mi tarjeta de débito en “Roho”. Valía la pena esa inversión en belleza.

Pero en mi segunda visita sentí una gran decepción. No recibí la atención de calidad de la primera vez y, encima, el peluquero intentó cambiarme el color sin mi consentimiento. “Se usa desgastado”, me dijo. “Te va a quedar mejor si lo dejamos descolorido”.

Enojada con las peluquerías, el siguiente mes, decidí dejar el asunto en mis manos. Visité una perfumería y pasé unos veinte minutos en la góndola de las tinturas. Leí las cajas, comparé los colores y las promesas de cada marca. Temía por los resultados.

Opté por Recital de L’Oreal Paris. No tenía forma de probar si había sido una buena elección para mi color de pelo y para el tinte que ya tenía. Sólo pude cerrar mis ojos y aplicarla.

En la caja encontré todo lo necesario: los guantes, el producto con un aplicador sencillo y una crema para acompañar el lavado.

El envase permite repartir el producto por las raíces con bastante facilidad. Es líquido y se desparrama por todo el pelo enseguida. Tiene un aroma agradable que permanece por unos dos días. No hay que fiarse del color: es bastante más oscuro que el resultado final.

Me resultó difícil llegar a la parte de la nuca. Por suerte, conseguí que mi mamá me ayudara. No pudimos evitar hacer un poco de enchastre por el color oscuro de la tintura. Cualquier gota se marcaba en el piso del baño o en la mesada. Lo bueno fue que sólo bastó un poco de agua para quitar las manchas.

Luego de 35 minutos, enjuague y crema fijadora de color. Para mi sorpresa, el marrón quedó muy parejo y bien brillante. Se terminaron los turnos en la peluquería para mí.

Tres semanas después, pese al sol, al mar y al cloro, mi pelo sigue impecable. En una semana, volveré a usar a mi mamá de peluquera y de Hada Madrina.

2 pensamientos en “¿Debería ser un placer?

  1. JAJAJAJAJ mi Ma tambien es mi peluquera en una epoca nos juntabamos las chics y nos haciamos el color mutuamente mientras chusmeabamos de la semana y comiamos algunas cositas ricas.

    Igual mi consejo es ir a la Pelu para ocaciones especiales ej Casamientos o cuando queres ser la Femme Fatal y demostrarle lo que se pierde………..

    A mi me sirve ROHO de caballito fui a la de palermo por que me quedaba mas cerca pero no me quedo tan bien.

    PD pedi por Dani que es un genio

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